Tenis canadiense el mejor del mundo

Texto: Iuskani Arroyo

En un giro histórico para el tenis canadiense, las Finales de la Billie Jean King Cup celebradas en Sevilla han consagrado a Canadá como la potencia número 1 en el tenis femenino mundial. Este logro contundente se suma al éxito previo del equipo masculino canadiense en las Finales de la Copa Davis el año pasado, marcando un cambio significativo para un país que no estaba acostumbrado a ocupar los primeros puestos en el tenis global.

El triunfo canadiense en Sevilla se sustentó en un equipo, liderado por la visionaria capitana Heidi El Tabakh. Aunque Leylah Fernández, la joven de 18 años, Marina Stakusic, como número 2, sin experiencia en la BJK Cup, añadió un elemento.

Stakusic exhibió un juego decidido y agresivo, dejando atónita incluso a su capitana. Con la contribución valiosa de Gabriela Dabrowski y Eugenie Bouchard, el equipo canadiense demostró fortalezas ocultas.

Las protagonistas de este éxito, encabezadas por Leylah Fernández, expresan su esperanza de que este triunfo eleve la posición del tenis canadiense en su propia nación. A pesar del arraigado dominio histórico del hockey sobre hielo, observan con optimismo el ascenso del tenis, demostrando que Canadá es ahora una fuerza a tener en cuenta en este deporte.

Fernández, de 21 años, saltó a la fama al llegar a la final del US Open a los 18 años y ha consolidado su carrera con títulos y actuaciones destacadas en torneos de renombre.
Su participación clave en las Finales de la Billie Jean King Cup, especialmente en el trascendental partido inicial contra Sara Sorribes, le proporcionó confianza y contribuyó significativamente a su desarrollo tenístico.

Fernández aplaude la importancia de su entorno técnico, que incluye a su padre como entrenador, y destaca la preparación mental que recibió para enfrentar desafíos.

La diversidad cultural en el equipo canadiense, con raíces ecuatorianas y filipinas en el caso de Leylah Fernández, emerge como un factor determinante en el éxito del equipo. La inmigración de segunda o tercera generación se presenta como una característica común en los equipos masculino y femenino, aportando valores fundamentales de tenacidad, trabajo arduo y mentalidad fuerte.